martes, 16 de febrero de 2010

mi parto

Dicen que cada parto es una historia. El mío empezó el día que me dijeron que el bebé tendría que nacer por cesárea. Ya me había hecho a la idea, primero con el diagnóstico en el 5o mes de placenta previa oclusiva, luego con un pequeño sangrado en la semana 30 que me tuvo 5 días ingresada en observación y luego con las 6 semanas en reposo absoluto que hice en la cama de casa. Aún no sé muy bien qué pensar de esos días, quizás es que tampoco hay ninguna gran conclusión, simplemente, es lo que hay y lo aceptas y llevas como buenamente puedes.
Total, como después de un día llega otro, llegó el 4 de diciembre y con 8 meses de embarazo cumplidos, 36 semanas justas, me hicieron la cesárea.
Es increible como escribiendo pasas de la semana 30 a la cesárea en dos líneas. 6 semanas en 10 palabras. Se escribe rápido, pero se pasa muyyyy despacio.
Y la cesárea fue una experiencia horrible.
Totalmente traumática para mí.
A las 8 de la mañana ingresé en la clínica Quirón. Hacía mucho, mucho viento y mucho sol. Y también mucho frío. No dejaron entrar al quirófano a J. Nos despedimos como en la puerta de un horno muy grande. Él se quedó al otro lado. Y yo de repente, me encontré sentada en la camilla con una anestesista pidiéndome que curvara la espalda. Y de repente también, lo único que sabía era que quería salir de allí. Me daba igual que el niño no pudiera salir, saber que estaba allí para que lo pudieran sacar, pensar que los embarazos tarde o temprano acaban y que en algún momento eso tendría que pasar. Me daban igual todos los razonamientos, incluso los más razonables. Yo sólo quería salir de allí, no podía afrontarlo, "ni ahora ni nunca" pensaba- Y así empezó el pequeño show.
-un momento, un momento, ¿qué me vais a hacer?-yo-
-te voy a pinchar un poco de anestesia para poderte pinchar más profundamente más anestesia-anestesista con pocas ganas de charla y muy por la faena-
-pero un momento por favor, ¿no me podéis dar un diazepan?-yo, cada vez más lejos de poder razonar-
-eso es lo que quiero hacer si te estás quieta y curvas la espalda como te he dicho-ella, sin ninguna piedad-
-nononono, ¿no me lo podéis dar oral? ¿o por la via?-yo desesperada, muerta de miedo-
-mira, éstate quieta de una vez. Si te estás quieta, no va a pasar nada- anestesista-
Intento respirar. Vuelvo a curvarme hacia delante. Pienso en las clases de yoga. ¿Dónde ha quedado toda mi armonia? Dónde está mi cuerpo? Dónde mi cabeza?
¿Qué hago yo allí?
Me da igual estar embarazada. Solo quiero irme. Salir. Ya me harán la cesárea otro día, o ¿qué tal nunca?
Se acerca la comadrona, cuando vé que me estoy mordiendo la mano (aún no me han pinchado) me dice que le coja la suya. Patéticamente agradecida, estilo Blanche Dubois en "Un tranvía llamado deseo", le cojo la mano y se la empiezo a apretar súper fuerte.
Una nunca sabe cuando va a depender de la amabilidad de los extraños.
Noto como entra la aguja entre dos de mis vertebras y por acto reflejo, arqueo la espalda; justo al contrario de cómo se me ha indicado. Noto la aguja que se queda clavada y la anestesista se pone delante de mí, muy, muy enfadada.
"que esto vaya bien depende de ti, éstate quieta"
Y es que nadie se daba cuenta de que no podía? de que estaba fuera de control? de que tenía un ataque de pánico en toda regla?
Pues no, nadie se daba cuenta.
Vuelve la anestesista a colocarse detrás de mí. Yo a curvar la espalda y a encogerme como un bichito de bola. Quiero cooperar. Quiero hacerlo bien. Vuelvo a notar la aguja entre mis vertebras. Pero no puedo y vuelvo a arquear la espalda y vuelvo a notar la aguja aprisionada.
Ahora la que está histérica es la anestesista.
Yo, en mi ataque de locura transitoria, puedo entender sin que me lo expliquen, algo así como que está pinchando mi médula, que tengo que quedarme quieta, que es un pinchazo delicado, aunque lo hagan cada día tantas de veces. Que puede ir mal. Puedo entender. Pero no puedo hacer nada más. No encuentro nada dentro de mí a lo que cogerme para sacar la cabeza y respirar. Me estoy ahogando. Cada vez estoy más cerca de un muro contra el que voy a chocar. Y no sé cómo parar.
Vuelta a empezar. Curva la espalda. Aguja entre las vertebras. Tras 2 intentos más, no sé cómo, de verdad que no sé cómo, noto un último pinchazo y me dicen "ahora estírate aquí", es la camilla.
Mucha gente empieza a traginar a mi alrededor, y entonces yo digo:
"Un momento. TODAVIA NO ME HAGÁIS NADA"
Nadie me hace ni caso.
Me invade un miedo horrible de que vayan a empezar y aun no haya hecho efecto la anestesia.
A la ginecóloga ni la he visto.
Pronto no me noto las piernas.
Pero pienso que quizás no es suficiente, que no notarse las piernas no es garantía de no notar el bisturí en mi barriga.
Alguien pone una especie de cortina delante de mí y de pronto se oye un pitido muy seguido. Bueno, el pitido no sé si oye antes o después de que me empiece a ahogar. Intentando no perder la elegancia, si es que me queda alguna por salvar en ese quirófano, giro un poco la cabeza hacia la anestesista y le digo "mira perdona, es que estoy teniendo un ataque de ansiedad y no puedo respirar"
Ella dice que es la anestesia, que me ha dormido también los pulmones.
L dice que quiso dormirme la boca.
Me pone una mascarilla y noto aire fresquito.
Y ya respiro, pero me siento miserable y sola y desamparada. Pienso en qué concentrarme para aguantar, busco dentro de mí y me siento más sola que nunca en mi vida.
Luego he recordado que sólo otra vez me he sentido así de increiblemente sola. Cuando era pequeña y tuvimos un accidente de coche y estuve también en un quirófano.
Y me viene a la cabeza Victoria Beckham. Sé que ha tenido 3 niños por cesárea. Uno de ellos coincidió con que yo estaba en Londres y ví un titular en un periódico sensacionalista que decía "Too posh to push". Así que pensé, "si esa lo ha podido soportar, yo tengo que poder también, ánimo"
Así que pensando en Victoria Beckham y sin parar de llorar detrás de mi mascarilla de oxigeno escuché "ya está! son las 9.20, te lo digo por si quieres hacerle la carta astral"
Era la anestesista. Al final fue la única que me hizo un poco de caso. Me limpió las lágrimas con sus manos y me miró a la cara y me dijo "lo ves? no ha sido nada"
Es verdad. Nada de nada.
Alguien me puso delante un bulto plateado y me dijo "míralo" pero yo no veía nada sin las gafas.
Y venga, a reanimación.
Y el bebé a quien sabe dónde.
Hasta 4 horas después no lo trajeron a la habitación. Había tenido una hipoglucemia y le habían dado un biberón. Me acordé de Carlos González. Tenía las uñas moradas el pobre.
Pesaba 2kilos y medio y tenía unas orejas enormes.
Yo creía que ya estaba.
Pero jejeje... pobre insensata.
No me podía ni imaginar que la cosa no había hecho más que empezar.

5 comentarios:

  1. Ostres, quin pal...no sabia això de l'anestesia...
    És indignant q no deixin entrar als pares al quiròfan, ho trobo cruel.
    Ànims q el pròxim serà difernt, ja veuràs.

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  2. eres una mama genial...los primeros meses son chungos pero tenemos la capacidad de olvidar los malos momentos con una pequeña sonrisa, sus primeros pasos, etc. Disfruta de Félix.. es lo mejor del mundo.. un beso para los tres.. y no pierdas este sentido del humor!!!

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  3. txell guapa, tens raó! molts petons! :)

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  4. visca en felix i la mare que el va parir

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