lunes, 1 de marzo de 2010

Principios de marzo

No es por ponerme metafísica. Pero tener un hijo es muy fuerte. Es tan fuerte que llegas a plantearte como puede ser algo tan natural y que pase cada día tantas veces. Bueno, morirse también es natural y también pasa cada día muchas veces y también es algo muy fuerte.
Ya he contado mi cesárea. Pero yo hoy estoy pensando en las mujeres que han parido de forma natural. En las que han coronado, en las que han pasado por el "expulsivo". En las que han roto aguas en el Corte Inglés o en mitad de la noche. En las que han aguantado las contracciones hasta que les han puesto la epidural... Y en las que no han querido epidural (olé su c***)
En fin, todo esto es muy fuerte. Y luego... luego... pues luego, con todos ustedes: llega el post-parto.

Porque embarazos hay buenos y malos, pero que dé un paso adelante quien haya tenido un post-parto bueno.


(Si pudiera entrar música en este momento, entraría la cabalgata de las Walkirias.
)

El post-parto es la debacle hormonal. Tengamos en cuenta que los antónimos de "debacle" son éxito o triunfo. Te quedas medio calva. Te salen granos y a la vez se te cae la piel a tiras.Tu regla parece el conjuro de las 12 tribus de Israel. Tu cuerpo parece el de otra, y a veces miras a tu marido y parece el de otra también. Pero nunca con tanta certeza antes has sabido que es el tuyo, el cuerpo y el marido. De pronto el pijama es la ropa que mejor te queda y te planteas que quizás las túnicas a lo Demis Roussos sean una buena idea.
Y el pecho (con o sin LM)... pues, por decir algo ¿por qué no recordamos a Demis Roussos otra vez?
Y sí, todo son obviedades, evidencias. Cosas NATURALES, que han pasado toda la vida.
A tu alrededor las mujeres tienen hijos. La humanidad entera tiene hijos. Y puedes leer a Laura Gutman o "Los 101 consejos de tu comadrona" pero hasta que no lo vives, no sabes nada. Pero de nada.

Ha empezado marzo. Hoy hace buen día. No sé muy bien qué pasará. Ni qué piensan de verdad otras madres. Sólo sé que solo existe este momento, en el que un segundo me pregunto "¿dónde me he metido?" o "¿en qué estaba pensando" y al siguiente, el bebé me sonríe por primera vez y mientras él se ríe, yo lloro. Y lo acerco a mí y lo abrazo, y sé que nunca olvidaré este olorcito tan bueno. Y luego se queda dormido a mi lado. Y vuelvo a pensar "esto es muy fuerte".

Y si nadie lo ha explicado antes, es porque sencillamente, no se puede.

3 comentarios:

  1. Bueno, en mi experiencia, como padre aclaro, quienes me describieron lo que era tener un hijo lo trataron de hacer con muy buena fé, pero las palabras no alcanzan a describir la décima parte de lo que es, además cuando estás a punto de tener el segundo, te sientes mal con el primero, es casi como una traición, cómo vas a compartir tanto amor con otro, pero oh sorpresa, cada uno nace con un corazón para querer, es increíble.

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  2. buf...perquè he tardat tant a seguir-te...jo crec que amb cada fill que et neix, et surt un altra cor...tia, és al·lucinant!

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